Paradógico es que el color negro produzca que se haga la luz. Como en un funeral, la red carpet de los Golden Globes se vistió de negro para gritarle al mundo que ya es tiempo de escuchar a aquellos que durante mucho tiempo callaron. A aquellos que con desesperación rogaron que se les preste atención porque la verdad les quemaba por dentro.
Durante siglos, la meca del cine no fue más que un fiel reflejo de la sociedad. Con sus errores y su ferocidad extrema. Sus desaciertos y traiciones. Pero hoy, nosotros estamos despertando. Y el espejo muestra otra realidad, donde el silencio, la mentira y el acoso no tienen lugar. Tampoco la discriminación ni la injusticia, más la igualdad y el respeto son estandartes que prometen un cambio.
Hollywood se sacó la venda y logró un hito en su historia. Ganó una chance para reivindicarse tras mucho tiempo de mirar para otro lado. Y esto es digno de resaltar porque dan ganas de pensar que algo bueno viene en camino.
El final del túnel ya no es oscuro, promete como mínimo la libertad que alguna vez otros nos sacaron. El mundo necesita un cambio: las palabras y las acciones prueban que vamos por buen camino.
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